Aprovechamos la efeméride. El último jueves, 6 de junio, se conmemoró el octogésimo aniversario del Desembarco en Normandía. Y como se sabe que el marco del conflicto que enfrentó a los Aliados y al Eje fue uno de los tópicos que más hizo volar la imaginación a los creadores de ficción, acá te traemos un top-ten de las mejores producciones audiovisuales al respecto ¿Definitivo? ¡Esperamos que no!
El Día D comenzó el 6 de junio de 1944. Estaba pensado para ejecutarse antes, pero las condiciones climáticas obligaron a los estrategas a posponer la denominada Operación Overlord que llevaría a cruzar el Canal de la Mancha por aire y agua. Unos mil doscientos aviones, muchos de paracaidistas, y unos cinco mil barcos iniciaron el asalto con alrededor de ciento sesenta mil soldados. Era la primera vez que los Aliados Occidentales pisaban Francia desde que casi cuatro años antes el país había caído ante la marcha nazi. Cientos de miles de muertos de ambos bandos después, para finales de agosto, las tropas aliadas habían podido asentar sus bases en el norte costero galo, trasladando a cerca de tres millones de combatientes. Comenzaba el duro avance hacia Alemania.
El Desembarco en Normandía fue la ofensiva occidental que desde hacía tiempo venía exigiendo cada vez más insistentemente Stalin. Luego del ataque alemán que se quedó en las puertas de San Petersburgo (Leningrado) y Moscú, la contraofensiva soviética había comenzado a hacer retroceder las líneas de las fuerzas de Hitler en Europa Oriental. Sin embargo, para aliviar la pesada carga logística y humana que ese flanco demandaba, el líder ruso necesitaba imperiosamente que el resto de las potencias aliadas abriera operaciones en el Oeste, y así obligar a los alemanes a encarar su peor escenario: una guerra de dos frentes –con la desviación de vidas y recursos que ello implicaba–. La planificación quedó a cargo de estrategas estadounidenses e ingleses como Dwight D. Eisenhower, Omar N. Bradley, Bernard L. Montgomery, entre otros. No fue sencilla en absoluto la ruta rumbo a Berlín. A dificultades como las grandes bajas iniciales de la invasión luego se sumaron retrocesos importantes como los de la Operación Market-Garden en los Países Bajos, o una verdadera carnicería en los enfrentamientos del Bosque de las Ardenas.
Los acontecimientos que dieron comienzo ese 6 de junio constituyeron el mayor desembarco de la historia de las guerras y fue una de las piezas más fundamentales para liberar Europa del yugo del nazismo. Marcó un antes y un después en todos los libros, y cada año se conmemora con el mayor de los sentimientos y el respeto. El pasado jueves, claro, no fue la excepción. En el mismo escenario en el que ocho décadas atrás nadie estaba a salvo del fuego cruzado, autoridades del Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Italia y Alemania –Rusia no fue invitada–, rindieron honores a la gesta, los caídos y algunos de los sobrevivientes que estuvieron presentes. Emmanuel Macron, Presidente francés, dio un discurso de lo más solemne: respeto por las víctimas, recuerdo de tiempos bélicos que deberíamos evitar, gratitud con los protagonistas, llamado a la fraternidad internacional. Concreto, sobrio y potente; debo admitir que me gustó. Joe Biden, su par estadounidense, al contrario, pretendió lucirse un poco más. Comparó el compromiso en la lucha contra el nazismo del siglo pasado con el que hoy se debería tener en pos de la defensa de la democracia y los valores universales de libertad y justicia. No queda claro, en este caso, si en su imaginario el enemigo que tenemos en frente es Donald Trump, su futuro rival eleccionario, el terrorismo islámico, las fuerzas anti-inmigración y anti-europeístas que ganan terreno en Europa, las autoridades israelíes que decidieron la invasión de la Franja de Gaza, los movimientos progresistas-woke que pretenden erigirse en policías de la moral, etc. En fin, ¡vaya uno a saber! Total, como ya he mencionado aquí, tenemos el “facho” fácil.
Pero paremos un poquito la moto, que esta no es una entrada de historia ni de política internacional, ni de filosofía. No, es una entrada sobre cine. El Desembarco en Normandía sólo nos sirve como marco histórico ¡Y qué marco! Las acciones de la Segunda Guerra Mundial –así como el antes y el después– fueron un tesoro de inspiración para armados audiovisuales que hemos podido disfrutar en pantallas chicas y grandes. No sólo la acción, sino la profunda emotividad de la guerra son uno de los temas preferidos de los cineastas y los espectadores. Porque la guerra habla de nosotros, de aquello a lo que podemos llegar, nada menos. Por eso, acá traigo mi ranking de producciones sobre la Segunda Guerra Mundial, un top-ten que todo pochoclero de ley no puede dejar de ver ¡Arranquemos!
Puesto 10. De Slag om de Schelde (La batalla olvidada – 2020) ¿Cuántas películas neerlandesas vieron en sus vidas? Las mismas que yo, seguramente. Bueno, ésta vale la pena. Deja ver cómo las tropas aliadas contaron con la importantísima ayuda de las diferentes resistencias locales –en este caso neerlandesa– de los países ocupados por Alemania para avanzar y lograr resultados sobre las posiciones nazis. En el film se narra, como principal, la historia de dos mujeres, Teuntje y Janna, que pasan de contrabando y poniendo su vida en juego documentos con informes acerca de las defensas de la Wehrmacht. Esta colaboración fue clave en la Batalla del Estuario de Escalda, que buscaba alcanzar y abrir el puerto de Amberes con el objetivo del aprovisionamiento aliado. Las escenas, dirigidas por Matthijs van Heijningen Jr. y Paula van der Oest mantienen una tensión constante.
Puesto 9. The Reader (El lector – 2008). Atrapante drama de Stephen Daldry, basado en la novela homónima de Bernhard Schlink. Surge la pregunta: ¿podrías enamorarte de una nazi? La película muestra que es posible. El adolescente Michael Berg entabla una relación con una mujer veinte años mayor, Hanna Schmitz, a quien le lee en sus encuentros. Ella resultaba ser una de las cuidadoras de las Schutzstaffel de un campo de concentración en Cracovia que dejaron morir intencionalmente a trescientas mujeres judías en un incendio en los años de la guerra. Hanna es condenada, pero el amor de Michael se mantendrá en pie hasta su vejez. Una pena que esté hablada en inglés, pues los hechos ocurren en Heidelberg.
Puesto 8. 1917 (2019). Sí, ya lo sé, ésta es de la Primera Guerra Mundial. Pero no puede interesarnos históricamente la segunda sin que lo haga también la primera. Además, es clave observar una de las diferencias fundamentales del conflicto que comenzó en 1914 respecto de aquel que empezó en 1939: el primero fue un enfrentamiento comúnmente lejano a las ciudades, con avances muy lentos y, de hecho, un estatismo prolongado; una guerra de trincheras y búnkeres excavados bajo tierra. En esta narración, dos soldados ingleses deberán atravesar una peligrosa distancia para avisar a sus compatriotas de que tienen que suspender un ataque, pues las tropas alemanas les tienden una trampa. Pero lo más increíble de la película de Sam Mendes es la imagen, la filmación, y en especial la precisión con la que se representan sensaciones como la claustrofobia en los túneles.
Puesto 7. Dunkirk (Dunkerque – 2017). Un gigante de Christopher Nolan que quiso centrarse en una experiencia tan fundamental como enigmática de los comienzos de la Segunda Guerra Mundial: el casi asalto de las tropas alemanas a Dunkerque, en Francia, y la Operación Dinamo del Reino Unido. Es un misterio hasta el día de hoy, aunque hay diversas hipótesis muy plausibles, por qué en su invasión francesa las tropas de la Alemania Nazi no remataron a los soldados británicos, franceses y belgas que quedaron encerrados en las playas de aquella ciudad portuaria del norte. Una derrota definitiva podría haber significado un golpe muy difícil de superar para los Aliados. En cambio, la demora en el ataque germano dio la oportunidad de concretar la mayor evacuación militar de la historia: embarcaciones militares y civiles británicas lograron rescatar a cerca de cuatrocientos mil combatientes que luego pudieron continuar peleando, y quedaron como un símbolo de la tenacidad y el orgullo británicos.
Puesto 6. La vita è bella (La vida es bella – 1997). Un clásico como pocos, dirigido y protagonizado por el genial Roberto Benigni que escenifica una tragedia con ribetes de comedia porque claro, Benigni tiene esa habilidad. Si el Holocausto se va a dejar ver en toda su crudeza, aun así habrá espacio para reconvertirlo en un juego que preserve la inocencia de un pequeño niño del horror del mundo de los adultos. Entre las víctimas y los perpetradores surge esta historia que muestra la humanidad en su más saliente pureza dentro del ámbito de la mayor deshumanización jamás acontecida. Todos sabemos hoy que el mayor bien del pequeño Giosuè no fue el premio del tanque M4 Sherman, sino el sacrificio que su padre hizo por él.
Puesto 5. Im Westen nichts Neues (Sin novedad en el frente – 2022). Sí, claro que sí, otra vez tengo en claro que es una película sobre la Primera Guerra Mundial. Pero también tengamos en claro que no se comprende la segunda sin la primera, y esta historia nos brinda algunos detalles fundamentales. Nos hace ver, por ejemplo, que la rendición alemana es tomada por muchos combatientes como una traición por parte de su propia clase política –esta situación fue fundamental en el surgimiento del fascismo–. De hecho, es súper interesante ver la historia de la Gran Guerra contada desde la visión germana, es decir del lado de los derrotados. Además, nos muestra otro de los detalles que diferencian tajantemente 1914 de 1939: la primera vez los soldados iban contentos y orgullosos, entusiasmados, hacia el frente –la vez siguiente todos sabían que el llamado no presagiaba nada bueno–. Las actuaciones bajo la dirección de Edward Berger son imperdibles. La escena en la que dos soldados enemigos se enfrentan en un cráter dejado en el medio del campo por una explosión, es de un dramatismo tan exasperante que deja al espectador sin aliento.
Puesto 4. Roma, città aperta (Roma, ciudad abierta – 1945). El gran Roberto Rossellini comenzó a trabajar en la película cuando la guerra ni siquiera había terminado. Por eso, más allá de la genialidad narrativa, es difícil encontrar un testimonio ficcional tan de primera mano. La ciudad Caput Mundi significa mucho en la historia, como lo significó para la humanidad en general, y para los italianos en aquellos años de conflicto. Fue una herida profunda en la identidad italiana el que la Ciudad Eterna fuera bombardeada, situación que parecía imposible dada su centralidad histórico-monumental. La historia pone el foco desde el cine, tal vez por vez primera, en la relación entre las resistencias –italiana en esta oportunidad– y las tropas aliadas. Pero también tiene la virtud de mostrar la Resistencia Italiana como lo que fue, un movimiento unido por el sentimiento anti-fascista y anti-nazista, y compuesto de un amplio espectro político-ideológico que iba desde sectores de la Iglesia –el personaje del padre Pietro es muestra de esto–, pasando por liberales progresistas, hasta comunistas esperanzados en la revolución –como el personaje de Manfredi–.
Puesto 3. Der Untergang (La caída – 2004). De pie, damas y caballeros, porque entramos al podio. Le voy a dar el bronce a la cinta de Oliver Hirschbiegel, y no sólo porque la tremenda escena del ataque de ira de Hitler contra sus generales en el bunker haya sido una de las más parodiadas de la historia, sino porque se muestra al todopoderoso líder nazi como un Edipo, que pasó de ser el rey más amado y admirado a caer en desgracia, arrancarse los ojos y pedir por su destierro. A decir verdad, el paso del más fulgurante triunfo a la más contundente derrota es la única coincidencia entre estos dos personajes. Pues mientras el mítico rey tebano no puede escapar al destino que le imponen los dioses y acepta resignado el castigo que se le vaya a imponer; el caudillo nacionalsocialista no hizo nada que no fuera por elección, y escapa de su destino final con un disparo. Este film no sólo tiene la habilidad de mostrarnos los desvaríos y la vorágine de los momentos finales de la Batalla de Berlín y del Tercer Reich, sino que nos expone a los jerarcas en toda su amplitud actitudinal y en sus contradicciones también: fanáticos convencidos y fríos calculadores; leales hasta el final y traidores de la más baja calaña; iracundos de crueldad y compañeros amorosos; orgullosos y angustiados; esperanzados que proyectaban y agoreros de una muerte anunciada. Todo a la vez, y todo con la misma habilidad actoral.
Puesto 2. Darkest Hour (Las horas más oscuras – 2017). La plata queda para este drama de Joe Wright que se centra en la desesperada posición del Reino Unido en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Cuando más oscuro era el panorama, aparece una figura bastante poco simpática para el resto de la política británica del momento, Winston Churchill. Visto con desconfianza por sus responsabilidades navales en el desastre de la Batalla de los Dardanelos durante la Primera Guerra Mundial, llega al puesto de Primer Ministro con una consigna clara: no ceder un centímetro ante las pretensiones de Hitler. Varios de sus colegas pretendían buscar un acuerdo de paz con Alemania, pero Churchill se resistía de forma heroica basándose en la premisa de que el Führer no respetaría ningún pacto, como ya lo había demostrado previamente luego de las negociaciones de los Acuerdos de Múnich por la Crisis de los Sudetes. Había que enfrentarlo ¡Y cuánta razón tenía! La película tiene escenas memorables, como la del Primer Ministro conversando con los ciudadanos en el transporte público o la reunión con las autoridades francesas. Pero me quedo con la llamada de larga distancia a Franklin Roosevelt en la que le implora a los Estados Unidos ayuda armamentística. De esa desesperación, Operación Dinamo de por medio, al discurso ante el Parlamento del 4 de junio de 1940. Señores: we shall never surrender!
Puesto 1. Band of Brothers (Banda de hermanos – 2001). Dispuestos en el campo de batalla en Azincourt, Francia, el Rey Enrique V alienta a sus tropas, preocupadas por la inferioridad numérica ante el enemigo, apenas antes de entrar en combate con el famoso Discurso del Día de San Crispín: “Nosotros pocos, nosotros felices pocos, nosotros, banda de hermanos; porque aquel que hoy vierta su sangre conmigo, será mi hermano”. Así escribía William Shakespeare en su drama histórico teatral Enrique V. De allí toma el título esta miniserie –y, claro, este newsletter–. Sí, no una película, sino una miniserie de diez capítulos, para más placer. La dirige nada menos que Tom Hanks y a mi criterio es la mejor miniserie de la historia y, en lo general, la ubicaría dentro del top-ten de mejores series de todos los tiempos. Nos muestra las andanzas de los soldados de la Easy Company –506º Regimiento de Infantería de Paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos–, que saltan con sus paracaídas tras las líneas germanas, justamente, en Normandía. Desde allí se nos mostrarán las acciones de avance de los combatientes hasta entrar a Alemania y el final de la guerra. Lo maravilloso es que la ficción se va combinando con los testimonios en primera persona de los verdaderos veteranos, que ya en su madurez recuerdan sus vivencias en el teatro de operaciones. Preparen los pañuelos porque conmueve al más rígido, ya que recorre las peripecias de jóvenes comunes y corrientes, voluntarios que antes tenían trabajos normales en lugares habituales, y de un momento a otro se hallarán en el escenario que decidirá los destinos de la humanidad. No hay nada forzado ni ajeno, el sufrimiento, la angustia, la ira y también la alegría de los personajes podemos sentirla en nuestra piel, como si fuera propia. Es una historia de héroes, pero no de héroes mitológicos e impolutos, sino de los de verdad, de carne y hueso, con sus virtudes y miserias. La serie está llena de fragmentos magníficos, tienen que verla. Sólo voy a destacar dos, como un anzuelo: la desgarradora liberación del campo de concentración de Kaufering, que nos deja con un nudo en la garganta; y el nerviosismo de sentir la muerte respirarnos en la nuca con las escenas del Asedio de Bastogne, en las Ardenas.
Me lo agradecen en otro momento, no se preocupen. Tienen material con que entretenerse para rato ¡Hasta la próxima!
Matías Zucconi